- Darío Villanueva Prieto, director de la Real Academia de la Lengua (RAE)
- «Se me abren las carnes cada vez que alguien dice 'la tablet' o 'el tablet'. La palabra tableta es latina y más pronunciable»
Cumple seis meses al frente de la Real Academia Española (RAE) este hijo de asturiano y gallega que nació en Villalba (Lugo) y se crió en, Luarca donde su padre ejercía como juez. Darío Villanueva (1950) vive entre entre el romanticismo y el pragmatismo, entre la belleza de las letras y la tozudez de los números, que se empeñan en poner a la institución ante el reto económico de hacer más con menos. Ayer se estrenó como jurado de los Premios Princesa de Asturias.
Seis meses en el cargo. ¿Cuál es el nuevo rumbo de la RAE?
Fundamentalmente mantener la misión para la que fue creada hace 302 años, es decir, contribuir al mantenimiento de la unidad y la fijación de la lengua española, que desde entonces hasta ahora se ha convertido en una lengua universal. Está el trabajo en los grandes códigos, la gramática, el diccionario, la ortografía y la atención a la literatura escrita en español, y luego la adaptacion a las circunstancias del siglo XXI, que han introducido elementos novedosos extraordinarios, muchos de ellos vinculados a la tecnología. Esa es la mezcla.
Vamos por partes. ¿Va a crecer la presencia de académicas?
Evidemente, la proporción de académicas es fundamental. La Academia pasó varios siglos de profunda anomalía respecto a esto y ahora la máquina está empezando a funcionar. Yo ingresé en año 2008 y desde entonces lo han hecho tantos académicos como académicas. Es un buen indicio.
Tecnología. ¿El objetivo es ampliar la parte digital de la RAE para difundir sus publicaciones?
Sí, porque de ese modo estaríamos en consonancia con la evolución de este tipo de obras, como diccionarios y ortografías. El mercado de la lexicografía ha descendido un 60% y frente a esto el mes pasado el diccionario en línea de la RAE ha tenido 45 millones de consultas. Es un volumen extraordinario. Nunca antes el diccionario fue tan influyente como lo es ahora, porque la gente lo lleva en sus móviles. Tiene también aspectos negativos y es que, evidentemente, la Academia ha vivido gracias a los rendimientos de la venta de sus libros y estos están disminuyendo. Por eso tenemos que buscarnos nuevas vías de financiación. Por ejemplo, estamos ahora trabajando intensamente en un patrocinador en exclusiva para el diccionario en línea.
Disminuyen las aportaciones públicas, la venta de publicaciones. ¿La solución está en los patrocinios privados?
Está en la reducción de gastos, que ya la hemos afrontado, y en el incremento de ingresos, que tiene que ser a base de patrocinios y por la rentabilización de productos en el entorno digital que se ofrezcan mediante suscripción.
Utiliza los términos en línea y teléfono inteligente, pero usted sabe que no es lo habitual. ¿Es una batalla perdida la del inglés?
No es perdida si los hispanoblantes tenemos conciencia de que hay que evitar el papanatismo de entregarnos de manera incondicional al inglés cuando el español es una lengua muy rica que tiene muchos recursos para decir lo mismo o para adaptar palabras fonética y ortográficamente del inglés. A mí se me abren las carnes cada vez que alguien dice 'la tablet' o 'el tablet', porque la palabra tableta es latina y más pronunciable.
¿Se le abren las carnes por más cosas?
Me ocurre cuando veo esa especie de incuria, desinterés por tratar bien al propio idioma que nos define. El idioma se hace a través de los hablantes, no de las academias, que van siempre detrás de la práctica. El diccionario no inventa nada, cada uno de nosotros somos responsables y garantes del buen equilibrio y fijación de la lengua.
¿Qué me dice de la perversión del lenguaje?
Es terrible. Siempre ha existido. Es una autétnica prevaricación del lenguaje, porque es utilizarlo para no decir las cosas claras. Es algo que ocurre en la política y también en la publicidad, por ejemplo.
¿Son muy aficionados nuestros políticos?
Es un vicio muy propio de la clase política en todos los países.
¿Escribimos peor que hablamos o hablamos peor que escribimos?
Hay quien dice que la escrita y la hablada son dos lenguas distintas. Es una apreciación exagerada pero algo de real hay en ello. Hablando no se cometen faltas de ortografía y escribiendo a veces es difícil transcribir todo el énfasis que hacemos en una comunicación oral. Se escribe bien si se respeta la ortografía y eso es algo que tiene que ver con la educación, que el sistema educativo tiene que enseñar...
¿Y enseña bien?
Creo que está habiendo un cierto relajo en la enseñanza de la ortografía, aunque para mí la mejor manera de aprenderla no es tanto estudiar como leer mucho.
El universo digital lo engulle todo pero ¿qué es lo que no cabe en el libro electrónico?
Hay quien dice que el libro es un instrumento difícilmente perfeccionable, tiene todos los requisitos para cumplir la función de proporcionarnos información, belleza o placer. Quizás el libro electrónico se parezca menos de lo que creemos al libro de papel y sean dos cauces distintos de acceder a lo mismo, que es el conocimiento que atesora la escritura. Eso mismo ha ocurrido con diferentes soportes a lo largo de la historia.
M.F. Antuña
FUENTE: El Comercio ESPAÑA - 11/06/15