El aforismo (término que proviene del griego ἀφορισμός, que significa ‘definir’) nació en Grecia como sentencia breve y doctrinal que se proponía como regla en alguna ciencia o arte. Hipócrates de Cos, considerado el padre de la medicina, fue uno de los primeros cultivadores del género.
Éste halló su máximo esplendor, fundamentalmente por su carácter normativo y su dimensión moral, durante la Ilustración, siendo cultivado por moralistas de la talla de La Rochefoucauld o Lichtenberg. Pero es en el Romanticismo donde sufrió una importante transformación que conformó lo que hoy en día hemos llamado el aforismo poético, noción relativamente reciente.
El aforismo, que siempre había oscilado entre la filosofía y la literatura, se inclinó durante el Romanticismo por esta última; y así, a los rasgos propios del género clásico -concisión, brevedad y vocación sentenciosa- se le sumó una intensa subjetividad, una prosa lírica, un tono sugerente, y temas tendentes hacia lo cotidiano y lo íntimo.
Fruto de la modernidad, el aforismo poético está gozando hoy en día de una importante vitalidad sobre todo en el ámbito literario español. Así, a los aforistas españoles del siglo pasado como fueron Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Max Aub y José Bergamín, se le suman autores arraigados en este siglo como Andrés Neuman (El equilibrista, 2005), Carlos Marzal (Electrones, 2007), Benjamín Prado (Pura lógica, 2012), Eduardo García (Las islas sumergidas, 2014), y un largo etcétera.
Quizá el indicador más significativo de esta revitalización sea el hecho de que cada vez más editoriales publiquen libros de aforismos. Entre ellas se hace necesario destacar Cuadernos del Vigía, que posee una colección específica dedicada al aforismo y recientemente ha creado el Premio Internacional José Bergamín de Aforismos (primer certamen dedicado al género en nuestro país) que, a día de hoy, ya va por su segunda edición.
Aquí les dejo con algunos aforismos del libro ganador del I Premio Internacional José Bergamín de Aforismos Dar que pensar (Sergio García Clemente, 2014) que en estos días he tenido el placer de leer. Espero que los disfruten tanto como yo lo he hecho:
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Hay trenes que pasan una vez en la vida que conviene no tomar.
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La excesiva prudencia entraña muchos riesgos.
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Harto de dejarse plantado, dejó de citarse consigo mismo.
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Para ciertas verdades, el no saber ocupa lugar.
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Cuando vio que podía superar sus miedos se quedó aterrorizado.
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Con la aceptación vencemos a lo invencible.
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En las discusiones que mantiene consigo mismo, nunca consigue llevar la razón.
Eliana Dukelsky.
Fundación FIDESCU
- Otro artículo: "En la literatura aún las palabras mantienen su sentido" Entrevista a Sergio García Clemente. LAGENDA en Librería Lemus, Santa Cruz de Tenerife.