La escritora Eliana Dukelsky se alzó con el máximo galardón de la segunda edición del Premio Internacional José Bergamín de Aforismos gracias a los textos de su obra titulada Cachivaches.
La editorial Cuadernos del Vigía recibió medio centenar de obras provenientes de espacios tan dispares como Argentina, México o Irlanda, pero entre todas ellas se otorgó el premio a la voz precisa e imaginativa de la escritora afincada en Madrid.
El aforismo es una disciplina tan compleja como desconocida. Nació con Hipócrates y ha sido practicada por autores como Wallace Stevens, Borges o William Blake. En sus breves sentencias, el lenguaje se adensa para que forma y fondo convivan en un espacio mínimo. Sin posibilidad de error, las palabras se despliegan sobre el texto caminando como un equilibrista sin posibilidad de red. En esta disciplina tan compleja, la voz de la autora de origen argentino ha sobresalido gracias a, según el jurado, “su hondura, su ingenio y su variedad de recursos”.
Con el objetivo de estimular y promocionar el trabajo de nuevos valores relacionados con las artes y la cultura hispánica, y coincidiendo con el nuevo año, en FIDESCU no queríamos dejar pasar la oportunidad de presentaros el trabajo de una escritora novel de gran talento como es Rocío Peñalta Catalán (Málaga, 1983) y su libro Andar por casa.
Andar por casa, compuesto por 29 relatos, llama la atención por su sencillez, su ironía y su originalidad en muchos sentidos. En primer lugar, sorprende su diversidad genérica. En él encontramos relatos tradicionales, microrrelatos, prosas poéticas e incluso aforismos; en definitiva, textos poéticos unidos por una temática común: el quehacer cotidiano.
Por sus páginas desfilan piezas domésticas, como las llama su autora, como “Retraso”, retrato interno de una espera; “Dilogía”, prosa poética que nos reencuentra con el tema del doble; “Mi mitad”, ingenioso microrrelato que juega con la expresión amorosa; “Metamorfosis”, que bien podría formar parte de la tradición aforística; y también relatos más clásicos como “El brillante vuelo del pájaro albal”, “El achicopal” o “Cucarachas” donde asistimos a la irrupción de lo fantástico dentro de lo cotidiano.
Si decidimos atender a distintas mitologías y leyendas, las cuevas acostumbran a ser un espacio mágico y, por lo tanto, peligroso o crítico. En sus pasadizos de piedra oímos caer las gotas del agua subterránea como una marca del paso del tiempo que no pasa. En su galería última –más amplia, quizá con un pequeño lago o charca- bien podemos encontrarnos con un tesoro o un dragón. En cualquier caso, es muy difícil salir de estos lugares siendo la misma persona que éramos al entrar.
Las ciudades, como todo territorio mítico, tienen también sus propias cuevas de conocimiento y, al fin, alguien ha decidido adentrarse en ellas para dibujar y poner a nuestra disposición un mapa preciso de las maravillas que podemos descubrir si nos decidimos a emprender el camino.
Toda crisis es una oportunidad. Esta frasecita se ha pronunciado en cada esquina de cada ciudad de occidente durante los últimos años. Y si cada crisis es una oportunidad, el sector editorial es la mayor bicoca imaginable.
Si a la gran crisis económica de los últimos años le sumamos el cataclismo que ha supuesto para el sistema clásico de edición la llegada de internet y los libros electrónicos, embarcarse en un proyecto editorial parece tan absurdo como suicida, un desastre manifiesto, a menos que tengamos lo único que puede salvarnos en una situación tan desesperada: Una buena idea. Y, sobre todas las cosas, Fotolito Books es una buena idea.