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La undécima edición del Máster Internacional para Profesores de Lengua y Cultura Españolas que realizan la Fundación FIDESCU y la Universidad Pontificia de Salamanca ha alcanzado su momento cumbre con la entrega de títulos. Al fin, después de nueve meses de intenso trabajo a distancia, los alumnos llegaron a Salamanca para realizar las tres semanas de clases presenciales que se imparten en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Según ellos mismos nos han relatado, lo primero que sintieron fue la enorme sorpresa por la belleza de la ciudad en general y del recinto universitario en particular. Lo cierto es que resulta un honor y una enorme fortuna poder completar un Máster en un espacio tan bello e histórico como la sede de la UPSA.
Es cierto, nos dicen algunos, que no fue sencillo acostumbrarse al exigente ritmo de las clases cuando su cuerpo todavía estaba adaptándose a los efectos de cansancio del cambio horario. Les resultaba difícil dormir las primeras noches. En España, el sol se extiende hasta casi las 10 de la noche y eso modifica los hábitos, que tienden a hacerse más nocturnos. Aún así, parece que no fue solo la fisiología lo que les mantuvo despiertos. Salamanca es una ciudad hermosa y los alumnos disfrutaban paseando y viviendo el ocio que la vetusta urbe les ofrecía.
Cada mañana, los alumnos disfrutaban de clases impartidas por los magníficos profesores de la UPSA. Después, tenían que diversificar su tiempo entre la realización de las diversas tareas adicionales que se les encargaba en la universidad y la vivencia de la ciudad. Al calor de los días, las amistades fueron surgiendo. El Máster Internacional para Profesores de Lengua y Cultura Españolas es una experiencia integral que afecta tanto al aspecto más didáctico y profesional como al ámbito más sensitivo y emocional. Los alumnos desarrollan sus capacidades, son exigidos intelectualmente, descubren nuevas expectativas laborales pero, a la vez, se acercan los unos a los otros y nacen nuevas y hermosas amistades. Compartir esta experiencia supone, sin duda, un hito en sus vidas.
Todos ellos nos han relatado la enorme intensidad que suponen estas tres semanas. Hay mucha información que los alumnos deben ir asimilando en las clases y talleres impartidos en la universidad. Aún así, también hubo tiempo para realizar alguna excursión, y compartir mesa y mantel.
Al final, como cada año, todos los alumnos que superaron cada una de las partes del curso, se dieron cita en el salón de actos para recibir su merecidísimo título. En ese momento, vuelve a la mente el esfuerzo de todo el año. Todas esas tardes de estudio. La dificultad de combinar la realización del Máster con las vicisitudes del día a día. Esa dificultad, no hace más que realzar la satisfacción de haber alcanzado el objetivo. Al fin lo han conseguido. El esfuerzo ha sido grande pero el premio también lo es. En el salón de actos, las personas que les rodean ya son compañeros y, en muchos casos, auténticos amigos con los que han compartido una experiencia vital inolvidable.
Los alumnos suben de uno en uno los peldaños hasta el escenario del salón de actos en el que reciben su título y sus familiares y compañeros, en la platea, estallan en aplausos. Emotivos aplausos. Merecidos aplausos.
Desde FIDESCU, queremos sumarnos a la alegría de vuestro logro. En nuestra institución nos esforzamos mucho por hacerlo mejor cada día. Ver esos rostros tan repletos de alegría es nuestra mayor satisfacción.
No queremos despedir-este curso sin daros las gracias. No queremos despedir este curso sin decir que habéis realizado un magnífico trabajo.
¡GRACIAS!